domingo, 18 de noviembre de 2012

Capítulo 12


Salgo lanzado a por la mochila, la cojo y salgo corriendo en dirección al bosque. Veo gente que hace lo mismo : Alex, Ali, la chica del 5 y un chico que creo que es el del distrito 9.
Corro hasta alejarme lo suficiente de la cornucopia y cuando ya estoy lejos, me siento en una roca y miro qué tiene la mochila dentro.
Tiene un botiquín con muchas cosas, una cantimplora llena hasta la mitad, una bolsa con uvas (aunque no muchas), una cuerda de escalada, una linterna y un saco de dormir. No está mal, nada mal.
De repente empiezo a oir los cañonazos. Eso significa que el baño de sangre ha finalizado y la gente ya se estará distribuyendo por el estadio. Oigo un total de 6 cañonazos, que no es mucho para lo que se está acostumbrado. No sé qué hacer, así que decido explorar para buscar un refugio o algo así.
Empieza a hacer calor, así que me quito la chaqueta y me quedo con una camiseta negra de manga corta.
Sólo encuentro bosque, y más bosque. Un rato después encuentro un pequeñísimo arroyo que supongo que vendrá de algún lago más grande así que decido seguirlo.
Tras horas siguiendo el pequeño arroyo, a lo lejos veo un claro.
Me alejo porque seguramente si hay un claro, lo cogerán los  profesionales. Y no quiero estar aquí para cuando lleguen.
Sigo siguiendo el arroyo, y tras horas y horas encuentro un lago no muy grande. Pero es un lago. No sé si el agua será potable, así que de momento no relleno la cantimplora.
Después de un rato descansando y refrescándome, empieza a anochecer y tengo muchísima hambre. Cojo dos o tres uvas y me las como. También bebo un poco de agua, pero no mucha.
Después pongo una trampa con la cuerda para ver si cae algún animal, porque ya que no tengo armas tendré que cazar de alguna forma. Cojo la linterna y salgo a ver si encuentro palos o cualquier otra cosa para poderme fabricar un arco.
De repente, suena el himno y se ilumina el cielo. Van a salir las caras de la gente que ha muerto.
El chico del 5, los dos del 6, el chico del 9, la chica del 10 y Margaret.
No puedo evitar sentir pena por ella, aunque no me haya caído nunca especialmente bien, no la deseaba la muerte, ni mucho menos. Seguro que se habrá metido en el baño de sangre, a pesar de que la dijeron que no lo hiciera. Estoy muy cansado, pero antes de ponerme a dormir reviso la trampa y veo que ha caído un conejo. Me lo comeré mañana.
Cojo el saco de dormir, me meto entre unos matorrales y me duermo.        

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